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23 julio 2024

“Sensibilidades ambientales y políticas libres de fragancias”: guía para proteger los derechos de las personas discapacitadas por sensibilidad química múltiple en el ámbito laboral de Canadá. Canadian Human Rights Commission. 2024 (trad. al español: María José Moya)




La Canadian Human Rights Commission (CHRC) ha actualizado, en mayo de 2024, su política sobre sensibilidad química múltiple (SQM) en el ámbito laboral. Se encuentra en su página web, tanto en formato HTML como en pdf, en inglés y en francés.

A continuación, ofrezco la traducción que he realizado del documento.



SENSIBILIDADES AMBIENTALES Y POLÍTICAS LIBRES DE OLORES: UNA GUÍA PARA EMPLEADORES Y PRESTADORES DE SERVICIOS SUJETOS A REGULACIÓN FEDERAL
("Environmental sensitivities and scent-free policies. A guide for federally regulated employers and service providers")

Traductora: María José Moya Villén
(responsable del SISS. Afectada de SQM, EHS, EM/SFC y FM graves y otras afecciones)

17 de mayo de 2024.

Tipo de publicación:
Herramientas para empleadores
Herramientas para individuos

Objeto:
Lugar de trabajo


QUÉ NECESITA USTED SABER

¿QUÉ SON LAS SENSIBILIDADES AMBIENTALES?

La sensibilidad ambiental es una discapacidad que provoca que quienes la padecen experimenten efectos negativos en su salud a causa del entorno que les rodea. Las personas con sensibilidades ambientales, alergias o asma tienen una tolerancia mucho menor que otras a elementos como la mala calidad del aire, las sustancias químicas, los perfumes u otros olores. Se les llama desencadenantes ambientales.

Las personas con sensibilidades ambientales, alergias o asma tienen derecho de protección contra los desencadenantes ambientales que pueden provocar efectos negativos de salud, como una reacción alérgica o un ataque de asma.

Debido a que la sensibilidad ambiental es una discapacidad invisible u oculta, las personas no son conscientes de ella a menudo, o la malinterpretan.

A las sensibilidades ambientales también se las conoce por otros nombres, como sensibilidad química múltiple, intolerancia ambiental idiopática e intolerancia química.

COMPRENDER LA LEGISLACIÓN

En Canadá, los derechos humanos de las personas con sensibilidades ambientales están adecuadamente amparados por las leyes federales e internacionales.

La Canadian Human Right Act protege a las personas con discapacidades de la discriminación. Esto incluye a las personas con sensibilidades ambientales. Como empleador o prestador de servicios sujeto a regulación federal, usted tiene el deber legal de satisfacer las necesidades de los empleados, contratistas, clientes y usuarios con sensibilidades ambientales que lleguen al punto de producirles dificultades indebidas.

La Accessible Canada Act además requiere a los empleadores y prestadores de servicios identificar, eliminar y prevenir las barreras proactivamente para garantizar que las personas con discapacidades puedan participar plenamente.

La UN Convention on the Rights of Persons with Disabilities [Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU], que Canadá se ha comprometido a respetar, además promueve y protege los derechos humanos de las personas con discapacidades. Entre ellos figuran el derecho a vivir sin discriminación, el derecho a un entorno laboral accesible y a ajustes razonables en el lugar de trabajo.

Los empleadores y prestadores de servicios deben garantizar que sus instalaciones sean accesibles y seguras. En el caso de las sensibilidades ambientales, esto incluye:
  • Tener una política libre de olores.

  • Reducir o evitar el uso de productos químicos y perfumados.

  • Comprar productos menos tóxicos.

  • Notificar a los empleados y usuarios la realización de trabajos de construcción o mantenimiento antes de su inicio.
Estas medidas pueden prevenir daños y enfermedades y reducir los riesgos para la salud y la seguridad.

¿QUÉ ES UNA POLÍTICA LIBRE DE OLORES?

Las políticas libres de olores son similares a otras políticas laborales de salud y seguridad, como las políticas antiacoso. Se aplican a todos los empleados y tienen como objeto proteger la salud y seguridad de los empleados con sensibilidades ambientales.

CREAR UNA POLÍTICA LIBRE DE OLORES

Para fomentar la inclusión en el lugar de trabajo, es importante que todos en la organización comprendan la necesidad de tener una política libre de olores y qué incluye.

Su política libre de olores debe:
  • Aplicarse a todos los empleados y no empleados por igual (es decir, a contratistas, usuarios, clientes y visitantes).

  • Describir los tipos de productos que la gente debe evitar usar en el área de trabajo.

  • Informar a los empleados de que, si se activa su sensibilidad ambiental, deben informar a su empleador para que se puedan tomar medidas al respecto.

  • Ser flexible y adaptarse a las necesidades cambiantes del área de trabajo. Por ejemplo, si una persona es alérgica a un alimento específico (digamos a los cacahuetes), es posible que haya que restringir su consumo en el lugar de trabajo, o designar un lugar donde pueda consumirse sin peligro.

  • Concienciar sobre el objetivo general de reducir químicos y desencadenantes ambientales en el lugar de trabajo.

  • Incluir medidas para cuando los empleados no cumplan con la política (es decir, evaluación del desempeño que pueda incluir hasta medidas disciplinarias).
Si bien las políticas libres de olores son una forma importante de adaptarse a las personas con sensibilidades ambientales, usted debe estar siempre abierto a otras opciones de adaptación y continuar enfocando el tema de forma colaborativa.

¿CÓMO DEBE IMPLEMENTAR UN EMPLEADOR UNA POLÍTICA LIBRE DE OLORES?

La concienciación es clave. Usted debe tomar todas las medidas necesarias para garantizar que los empleados estén concienciados de su obligación de estar libre de olores y de la importancia de cumplir con la política.

Usted puede considerar:
  • Incluir la existencia de una política libre de olores en cada oferta laboral.

  • Instalar cartelería en el lugar de trabajo, especialmente en los puntos de entrada, indicando que se trata de un ambiente libre de olores.

  • Notificar a los visitantes y usuarios en la web que tu ambiente está libre de olores.

  • Incluir recordatorios sobre ello en las invitaciones a reuniones.
Otro aspecto fundamental de la implementación de una política libre de olores es promover un entorno psicológicamente sano, seguro y respetuoso. Esto significa asegurarse de que todos los miembros de la organización se sientan cómodos expresando sus necesidades, sus ideas y sus preocupaciones, sin temor.

EL ROL DE USTED VS. EL ROL DEL EMPLEADO

Si un empleado tiene dificultades en el trabajo debido a un desencadenante ambiental, debe informarle a usted, como empleador o supervisor suyo que es. A esto se le llama su deber de informar.

En ese momento, su responsabilidad es trabajar con el empleado para encontrar un ajuste razonable. A esto se le llama su deber de adaptar.

Lo mismo ocurre con los prestadores de servicios. Si la sensibilidad ambiental de su cliente o usuario se activa cuando visita su institución, debe informarle a usted para que puedan tomarse medidas adaptadoras.

Es esencial que usted actúe de buena fe cuando atienda estas necesidades. Para obtener una orientación más pormenorizada sobre adaptaciones para empleados, consulte nuestra guía “Workplace accommodation: a guide for federally regulated employers”.

Importante: si un empleado (o usuario) sufre discriminación debido a una discapacidad, o no obtiene una adaptación adecuada, puede presentar una queja ante la Canadian Human Rights Commission. A su vez, no puede insistir en conseguir su adaptación preferida si se le ofrece un ajuste razonable. Si un empleado rechaza una solución razonable que cumpla con sus necesidades de adaptación, se puede considerar que el empleador ha satisfecho su deber de adaptar.



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13 junio 2024

¿QUÉ ES LA ELECTROSENSIBILIDAD? Breve explicación a través del testimonio y reflexiones de María José Moya Villén

Jaula de Faraday casera, o cubículo, donde vive María José Moya desde 2015

El cuerpo humano es (electro)sensible a la contaminación electromagnética, lo que puede condicionar su salud. El motivo es que el organismo funciona por impulsos bioeléctricos (el corazón, los pulmones, el cerebro, la actividad celular…), y su capacidad de absorción y adaptación a la radiación externa no es ilimitada y rápida.

Padezco electrohipersensibilidad (EHS) desde junio de 2008. Se trata de una enfermedad física ocasionada por la contaminación electromagnética a la que el ser humano se viene viendo expuesto de forma cada vez más intensa, continua y generalizada desde hace menos de un siglo. Esta exposición provoca una excitabilidad neuronal que deriva en síntomas simultáneos y multisistémicos. La EHS presenta varios grados y es crónica.

Me llamo María José Moya. Recuerdo cómo debutó mi EHS con nitidez: hablaba por teléfono, y, de improviso, sentí que el cerebro me ardía (literalmente) justo en la zona donde tenía pegado el aparato. Era un fijo inalámbrico (un DECT) de una marca conocida.

Reaccioné con incredulidad. Pero el intenso ardor en aumento y su relación con el teléfono eran tan evidentes que tuve que colgar de inmediato, dejando a la persona con la que hablaba con la palabra en la boca, prácticamente.

En los días siguientes el episodio se repitió. Me sentí confundida (¿cómo era posible? ¿Sería transitorio? ¿Qué hacer? ¿No podría volver a usar el teléfono?).

En poco tiempo la situación empeoró, porque aumentaron el número de fuentes electromagnéticas que me dañaban y los síntomas (siendo uno de los peores la sensación de inflamación del cerebro). Además, observé que cuando empeoraba este problema, a continuación, se agravaban otros crónicos que ya padecía, como la sensibilidad química múltiple grave (de origen laboral), las migrañas y la intolerancia sensorial (a la luz, los sonidos, las vibraciones…).

Tras confirmar clínicamente que tenía EHS busqué información y estudios sobre la dolencia, serios e independientes, para poder abordarla correctamente. Los datos neutrales que encontré respaldaron mi incipiente experiencia: la radiación no ionizante artificial no es inocua; los niveles de exposición a esta, oficialmente considerados seguros, son demasiado laxos; y puede causar calentamiento celular (es decir, efectos térmicos, como ocurre con la radiación ionizante).

Sólo entonces fui consciente de que mi entorno había sido una bomba de relojería que aumentó mis probabilidades de padecer EHS, pues, aunque el detonante había sido mi teléfono DECT, la enfermedad probablemente se gestó en el tiempo por dormir con el aparato a corta distancia de mi cabeza (lo tenía en mi mesita de noche), y por las varias antenas de telefonía que se habían ido instalando cerca de mi vivienda y a su misma altura.

A partir de entonces, para que no empeore mi estado de salud, cada vez que un agente externo quiere implementar algo en mi entorno que puede generar contaminación electromagnética en mi vivienda me veo obligada a buscar la forma de solucionar, paliar o neutralizar el problema.

Pero resulta difícil hacer averiguaciones, porque no tengo capacidad física para ello, ni puedo estar frente al ordenador el tiempo necesario (por la propia EHS), y, además, es necesario tener conocimientos técnicos elevados para poder distinguir entre herramientas útiles e inútiles. Por tanto, me es complicado buscar, contrastar datos y seleccionar una alternativa (en función de la relación eficacia-precio, dado que no existen ayudas para adaptar la vivienda a esta discapacidad).

Por añadidura, puede ser arduo encontrar opciones, pues es un problema que está legalizado; no se ve; puede atravesar las paredes; aumenta cada segundo a nivel mundial; y, existe poca conciencia social sobre él, porque los medios de comunicación mayoritarios no lo divulgan.

¿Mis síntomas? O aparecen durante la exposición, o en diferido (dentro de las 48 horas siguientes). Y duran lo que el problema, o hasta varios días (menos algunos, que son crónicos. Como la fatiga invalidante, que apenas me permite escribir, leer o hablar un rato, excepto en algunas ocasiones, y a costa de empeorar mi salud después, por un tiempo indefinido).

¿Cómo me limita la EHS? Desde que surgió en mi vida me impide el tránsito por la calle, ir a mi centro de salud, trabajar y relacionarme. Incluso restringe mi libertad de movimientos en el hogar, entre otras situaciones. Por ejemplo, no puedo usar móvil, ni otros dispositivos inalámbricos (sólo un teléfono fijo, en manos libres); ni vestuario y ropa de hogar que genere electricidad estática. Y no puedo estar expuesta a luces directas o parpadeantes (o encendidas más allá de un pequeño rato, por lo que, de noche sólo me alumbro con dos linternas, que tengo adaptadas a mi EHS para poder tocarlas). Asimismo, mi ordenador y rúter están cableados (al igual que el ratón y el teclado), derivados a tierra, y con las funciones inalámbricas deshabilitadas. En cuanto a los artículos eléctricos, únicamente tengo los esenciales, y sólo los uso lo mínimo, durante su funcionamiento me mantengo alejada de ellos, y, tras utilizarlos los desenchufo (menos la nevera y la lavadora, porque no es posible).

A ello sumar que, desde 2015 tengo que vivir dentro de una jaula de Faraday casera construida dentro de mi vivienda, dado que no puedo proteger todo mi hogar de la contaminación electromagnética exterior, pues su adaptación sería demasiado costosa. Este cubículo mide unos 2x3 m; en él sólo cabe un tresillo, una mesita y poco más; y es donde duermo, como y paso prácticamente las 24 h/día. En esta jaula no hay espacio para ponerse de pie, andar, o sentarse de forma cómoda, lo que favorece la lumbalgia crónica y la fibromialgia que padezco por un accidente pasado, y la pérdida de masa muscular.

Tener EHS me ha llevado a situaciones realmente comprometidas. Como necesitar ir a Urgencias y no poder, porque las ambulancias y hospitales no limitan la contaminación electromagnética de su ambiente a lo imprescindible (en intensidad y superficie). Son auténticos enjambres de equipos médicos, ordenadores, cables, cableado de pared, teléfonos móviles…

También recuerdo cuando tuve que estar 11 días sin teléfono fijo ni Internet porque, tras caerse la línea no pude llamar a mi compañía para dar parte de la situación, ni para que me contactara un técnico, por no poder telefonear desde un móvil. Tuve que esperar a que llamara a mi puerta la persona que me compra la comida una vez por semana para explicarle la situación y preguntarle si podía tomarse las molestias de gestionar el problema por mí. En esos días (y noches) quedé completamente incomunicada. ¿Qué hubiera pasado si, durante ese tiempo hubiera necesitado ayuda urgente? (vivo sola).

En resumen, todas las áreas de mi vida, y mi día a día, se encuentran supeditados a la EHS, desde ese momento de 2008 en que sentí que una parte de mi cerebro se quemaba mientras usaba un teléfono fijo inalámbrico. A partir de entonces, cada vez que surge un problema electromagnético nuevo a mi alrededor me veo obligada a estudiar cómo evitar que entre en mi domicilio (una situación frecuente, dado que las fuentes emisoras no paran de crecer en número e intensidad). ¿Llegará el momento en que no pueda encontrar la manera de esquivar las más intensas, o que su solución esté fuera de mi alcance? Mis vivencias me indican que es una posibilidad real.

El avance de la tecnología es positivo, siempre que los elementos que la compongan, su instalación y su funcionamiento se planteen sobre la base de evitar cualquier perjuicio en la salud, no sólo a corto plazo, sino a medio y largo también. Me entristece ver que no hay interés en eliminar la contaminación electromagnética (o disminuirla y acotarla), no porque no existan soluciones para ello, sino porque el sistema actual es el que genera beneficios mayores y más rápidos para su industria.

Se debería aplicar el principio de precaución. La EHS visibiliza un problema (el de la contaminación electromagnética) que puede afectar a cualquier persona y ser vivo de diferentes formas, incluida esta.

En tal escenario, como persona con EHS, me vengo preguntando desde hace tiempo: ¿podré sobrevivir a la vorágine hipertecnológica que se ha desatado desde que empezó el siglo XXI? ¿Dado que, en la actualidad, ya no me es posible coexistir con ella, qué pasará conmigo según siga avanzando? ¿Soy sacrificable, en aras de esta forma de hacer tecnología?

María José Moya Villén
Responsable del Servicio de Información sobre Sensibilidad Química y Salud Ambiental (SISS)
Bibliotecaria-documentalista
Afectada de SQM, EHS, EM/SFC y FM graves y otras afecciones


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