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10 febrero 2013

INTOXICADOS — artículo de Inma Muro, periodista de Interviú, sobre sensibilidad química múltiple (con mención a "Mi Estrella de Mar")

"Quienes padecen este mal de la era moderna tienen un organismo saturado de sustancias tóxicas, de químicos que nos acompañan a diario"
(imagen: collage de Mi Estrella de Mar)
Gracias a Inma Muro —veterana periodista de Interviú y autora de este excelente artículo de enfoque tan atinado—, por recordar nuevamente a las personas con sensibilidad química múltiple (SQM), así como —de forma tan cariñosa y elogiosa— a Mi Estrella de Mar y a su autora. Inma Muro es una profesional que cuenta en su haber con varios reportajes ya sobre SQM, publicados en Interviú durante los últimos años. En esta ocasión, ha sido tan generosa de sacar a la luz nuestra problemática (que es la de todos, porque la SQM es sólo la punta del iceberg del entorno abrumadoramente sintético y tóxico en que vivimos), dentro de su ámbito semipersonal. Su blog "Insomnios y otras pesadillas". En él, escribe bajo el significativo seudónimo de "Aldea Global" (desvelo aquí su nombre real bajo su permiso).

La periodista Inma Muro, ha sido ganadora recientemente del VI Premio de Periodismo "Toda una Vida para Mejorar" (2012), por su reportaje "Si rezabas más fuerte, te daban otro vaso de leche" (PDF aquí). En la recogida del galardón, sus palabras "delatan" a una periodista de raza: "Reportajes como este te reconcilian con una profesión y una vocación que debe estar al servicio de la gente, de sus problemas y necesidades, y en contra de los abusos y las injusticias” (Fuente: Interviú).

INTOXICADOS

 A lo largo de muchos años de profesión (no doy pistas porque como Andrea Global puedo disfrutar de esa indefinición en edad, en apariencia –no hay arrugas en el mundo virtual–…) me he encontrado con muchas personas y muchas historias. Son muchísimas las que me llegan al corazón, pero mi memoria es menos sensible y olvido algunas que no debería. Los enfermos de sensibilidad química múltiple han sido de los que más han impresionado a mis neuronas olvidadizas. Quienes padecen este mal de la era moderna tienen un organismo saturado de sustancias tóxicas, de químicos que nos acompañan a diario.

Desde que la industria química empezó a fabricar en serie todos los productos de higiene y limpieza de uso diario, la avalancha de sustancias a las que abrimos las puertas de nuestra casa es enorme. No nos damos cuenta de ella, empezamos con el jabón de la ducha, la pasta de dientes, colonia, maquillajes, aftershaves, cremas hidratantes, perfumes, ambientadores, detergentes, suavizantes, lejías, desengrasantes… La lista es enorme y nuestra consciencia muy pequeña.

Conocer la sensibilidad química múltiple (SQM) y acercarme a quienes están afectados me adentró en esta reflexión de todas las cosas que le echamos a nuestro cuerpo. Ponerse en contacto con alguien para quienes los vahos de una colonia (que presumimos inofensiva) le enferma, le provoca ahogos, desmayos, vacíos de memoria… te hace ser consciente de muchas cosas. La primera que mi abuela, incluso mi madre cuando era niña, usaban jabones naturales, que hacían con ceniza y aceite de oliva usado; que blanqueaban la ropa también con los restos que quedaban en la chimenea; que para dolores se hacían cataplasmas con hojas y hierbas que recogían en el bosque… Ahora, sin embargo, casi hemos perdido esas fórmulas y recurrimos a la droguería, a la farmacia, a los pesticidas y fertilizantes sin pensar.

El resultado es que cada vez hay más personas afectadas por esta sensibilidad a las sustancias químicas. Acercarse a ellas implica seguir un protocolo riguroso para que la sola presencia y todos los químicos que desplazamos en nuestro entorno no les enfermen. Por ejemplo, exige que lavemos la ropa que vamos a llevar en la visita con bicarbonato, a ser posible varias veces para que se eliminen los restos de detergentes y suavizantes que acumulan; que la higiene personal se haga sólo con productos naturales; nada de maquillaje ni perfume ni fumar y no estar en lugares en los que haya humo. Agradecen que ni siquiera lleves esmalte de uñas.

No todo el mundo entiende esto. A menudo las enfermas (la mayoría son mujeres, porque el sistema endocrino femenino las hace más proclives a almacenar sustancias) se enfrentan a la incomprensión de quienes les rodean y achacan su intolerancia a manías, problemas psicológicos… La ciencia avanza en la demostración de que este mal, como la fatiga crónica, la electrosensibilidad y la fibromialgia (enfermedades interrelacionadas, a menudo) son reales, tienen un origen demostrable…

Toda esta reflexión, muy a vuela pluma. Para saber más sobre estas enfermedades aconsejo visitar el blog de María José Moya Villén, Mi estrella de mar, una excelente página web de una mujer con SQM, que dedica sus días a divulgar los avances científicos, tratamientos, opiniones de expertos… desde 2006. Es un site pionero en castellano y es muy riguroso. La historia de María José Moya, mejor la leen en su blog, que la narra muy bien. Lo que más me sorprendió de ella cuando la conocí es la falta de dramatismo, incluso la alegría, con la que afronta su enfermedad, que la mantiene recluida en casa y sin mantener contacto directo apenas con nadie.

Todo esto viene a que hoy en la prensa me han recordado todo esto dos noticias. Una de ellas que habla del adelanto de la pubertad en las niñas, que cada vez muestran a edad más temprana los cambios físicos de la adolescencia, que en ellas pueden iniciarse a los 8 años y en los niños a los 9, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Uno de los factores que pueden explicar el adelanto de la pubertad es la exposición a los químicos ambientales. Los profesionales aconsejan a los padres estar atentos a los primeros síntomas de adolescencia temprana, que deben tratarse, y dar una alimentación lo más natural posible a los niños.

La otra noticia que me ha recordado como la gente con SQM funcionan como alertas de lo que nos afecta a todos y que desoímos, es la noticia sobre la alimentación de animales de consumo humano con carnes de perro y oveja. Desechos cárnicos son utilizados para elaborar los piensos con que se engorda a ovejas y cerdos que luego acaban en nuestros platos. “Estamos jugando con fuego y luego llegan las vacas locas”, sentencia un compañero de redacción. ¿Puede haber una muestra más clara de que nos alejamos de lo natural para adentrarnos en un mundo artificial que nos envenena que alimentar a herbívoros (como las ovejas) con carne de sus congéneres?

Así, que todo esto me lleva a recordar a quienes son más sensibles que los demás y que nos avisan de que todos lo estamos sufriendo, aunque nuestros organismos no lo muestren tan violentamente. Para todos ellos pido un poco de compresión, que no les resulta fácil encontrar.

8 comentarios:

  1. toñy rodriguez10/2/13 19:06

    Mariajo...GRacias por oda la labor que haces...
    Me encanto esta articulo de Inma Muro...cuantos más periodistas escriban sobre nosotros sera mejor para concienciar a todos...quizás algún día veamos los frutos de tanto trabajo....
    te aprecio mucho..Un abrazo fuerte y cuidate mucho..

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  2. Isabel Castro Delgado10/2/13 23:39

    Es emocionante saber que contamos para alguien ¡GRACIAS!

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  3. La Puerta De La Luz (Desiree)11/2/13 03:49

    Muchas gracias a Inma y por supuesto a ti Maria Jose por dar a conocer esta gran problematica, yo personalmente espero que se reconozca en España pronto, lo que estamos padeciendo es infrahumano, gracias a las dos, un beso muy fuerte.

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  4. Francisca Planells Sastre11/2/13 16:55

    Gracias Inma por acordarte de nosotros, no como los politicos o los de la seguridad insocial que nos ignoran por motivos economicos

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  5. Gracias, siempre gracias. Comparto con tu permiso Mariajo.

    Un dulce besito.

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  6. Gracias, siempre gracias Mariajo por tanta información valiosa y veraz.

    Un dulce beso.

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  7. Marilar Iturriaga Sorarrain12/2/13 13:14

    Muchas gracias por tener en cuenta a tantas personas que permanecen invisibles para muchos.

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  8. Gracias a todos vosotr@s por ayudarme a hacer mi trabajo y, sobre todo, por hacerme más sensible a las situaciones de quienes viven a nuestro lado pero están tan alejados por su enfermedad, por su situación, por la incomprensión o la intolerancia. Con mi trabajo solo pretendo resquebrajar un poquito ese telón de acero para que sus mundos sean algo más amables. Gracias. Inma Muro

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